Kathryn A. McKenna, MD, MPH y Corey D. Fogleman, MD, Penn Medicine Lancaster General Health Family and Community Medicine Residency Program, Lancaster, Pennsylvania
La dismenorrea, que se define como menstruación dolorosa, afecta de 50 a 90% de las adolescentes y mujeres en edad reproductiva.1,2 Casi la mitad de las pacientes (45%) con síntomas de dismenorrea se presentarán primero con su médico de atención primaria.3 La dismenorrea provoca una disminución en la calidad de vida, ausentismo y aumento de riesgo de depresión y ansiedad.4,5 Casi la mitad de las pacientes con dismenorrea faltará a la escuela o al trabajo por lo menos en una ocasión, y 10 a 15% tienen ausencias regulares durante sus menstruaciones.6-8 En un estudio prospectivo, longitudinal de 400 pacientes con dismenorrea se reveló que la mayoría tiene síntomas persistentes a lo largo de los años de menstruación, aunque en ocasiones ocurre cierta mejoría en la intensidad, por ejemplo después de dar a luz.9
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La dismenorrea primaria ocurre en ausencia de patología pélvica. Está mediada por concentraciones elevadas de prostaglandinas y leucotrieno, con inflamación que causa la contractilidad uterina y el dolor tipo cólico.1,10
La dismenorrea secundaria se debe a patología pélvica o a un padecimiento reconocido y constituye alrededor de 10% de los casos de dismenorrea.1 La causa más frecuente es la endometriosis. Otras incluyen anomalías congénitas o adquiridas, obstructivas y no obstructivas (p. ej., malformaciones m?llerianas, leiomiomatosis uterina, adenomiosis), masas pélvicas e infección1 (Cuadro 1).1,11