Debe sospecharse una disfunción de cuerdas vocales (es decir, que las cuerdas vocales se cierran cuando deben abrirse, en particular durante la inspiración), en pacientes que se presentan con estridor inspiratorio o sibilancias; disnea grave repentina (sin hipoxia, taquipnea ni aumento del trabajo de la respiración); sensación de opresión en tórax y garganta; y ansiedad, en particular en las mujeres. Los desencadenantes frecuentes incluyen ejercicio, asma, enfermedad por reflujo gastroesofágico, descarga retronasal, infección de vías respiratorias superiores e inferiores e irritantes. la nasolaringoscopia y las pruebas de funcionamiento pulmonar, con ejercicio provocador y metacolina, ayudan a diagnosticar la disfunción de cuerdas vocales y son útiles para evaluar otras causas. Los padecimientos que desencadenan la disfunción de cuerdas vocales deben tratarse de forma óptima, en particular el asma, la enfermedad por reflujo gastroesofágico y la descarga retronasal, al mismo tiempo que se evitan los posibles irritantes. Las maniobras de respiración terapéutica y las técnicas de relajación de cuerdas vocales son la terapia de primera línea para la disnea que ocurre con la disfunción de cuerdas vocales. Un subgrupo de la disfunción de cuerdas vocales provoca disfonía, en oposición a disnea, secundaria al espasmo muscular laríngeo anormal (el cierre de las cuerdas vocales es menos grave). Las inyecciones de toxina onabotulínica A son útiles para la disfonía espasmódica y para tratar la disnea en ciertos casos, aunque la evidencia es limitada. (Am Fam Physician. 2021; 104(5):471-475. Copyright © 2021 American Academy of Family Physicians.)